martes, 14 de agosto de 2007

El timbal

Golpe sudado,
extasiado y liviano,
pagano,
rezando
y besando
la tierra.
Y se quiebra
de canto
en el canto
que raja
tu faja
insensible,
temible,
inadvertida
y dormida.
Ante el rugir
de este latir,
inevitable,
retumba su humanidad
a la temblorosa y gris ciudad.

1 comentario:

Santo dijo...

Al otro lado del ventanal nadie imagina las luces que alumbran de color naranja fuerte.
Ahí en la avenida, pasan mil autos sin notar que muy cerca corre el calor en la sangre.
Y cierras la puerta y somos dos, somos mil, mezclados con la música y el implacable jugo rojo de la uva.
Dos, que inhibidos juegan, encandilados por las luces de la ciudad.