martes, 10 de marzo de 2009

Cenit

Con ellos, del cielo rojo en el arado,
llueven monedas, en todos sus lados
un oro puro, entre el brillo y las huellas,
de aquel infinito, coronado de estrellas

Subliman vacíos, desde y hacia adentro
cometen arrebatos, perdidos, de silencio
madurando, de su fruto, el encuentro
de los eternos dioses, cabellera al viento

La hierba arada se eleva de su madre
y en todos los dioses, la cara del hombre
arando la tierra, clavando con hambre
su filo de vida, entre ella y su nombre

La vida renace, respira, entre ellos y aquello,
la cara del dios hombre, su nombre y ella
veneran la huella clavada, nutriente y bella,
tan inmortal y efimera como su destello...