sábado, 1 de septiembre de 2007

Tu abrigo

Volviste con pan en trocitos
a alimentar mi necio apetito.
Con tu mano, disimulada,
te amigaste a la mirada
de mis ojos perdidos,
demoliéndose en desafíos.
Nuevamente te acercaste
a mi furia, de alas desveladas.
Con paciencia me abrigaste
de sinceras pinceladas,
entre viajes y destinos,
de colores pueblerinos.
Vino tu voz, cada vez,
a darme pan, otra vez.
Mi vuelo se alimentaba
de vueltas, sin querer ver,
ni mirar por que pasaba
de ti, mi loco querer.
Comeré de tu mano abierta
y saldré un rato a volar,
para volver a la puerta,
abierta, de tu simple caminar.
Si me alejo en el camino,
es irme, un rato, nada más
para volver, feliz destino,
al viejo nido, en tus brazos, mi paz.

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